Pero hoy no. Debemos seguir adelante y cambiar la historia de la guerra por la historia del ciclismo. Una última vuelta por Heuvelland alrededor del monte Kemmel que, gracias a Dios, no tenemos que escalar con nuestro equipaje. En Wervik, cruzamos la frontera para ver un poco de Francia. También pasamos a lo largo del río Lys, para volver a Flandes por Menen. Pasamos rozando Wevelgem, Roubaix no está lejos. Este es el paisaje que veo en la televisión cada primavera, el lugar donde el helicóptero que sobrevuela el pelotón profesional muestra las imágenes más bellas.
Sin embargo, después de más de ciento treinta kilómetros, las piernas ya no pueden más. Hemos llegado al destino final, Cortrique. Pedimos un Flandrien de Super8 en la Plaza Mayor y, por la tarde, paseamos por el Beguinaje antes de que podamos dar a nuestras piernas su merecido descanso. Un reposo que es más que necesario. Porque mañana nos esperan muchos más clásicos.