Más allá de las afueras de la villa de Meise, el paisaje cambia. Pedalearás a través de campos abiertos y ondulados, y también por arboledas. A lo largo de la ruta, se suceden pueblos como Brussegem, Kobbegem y Bekkerzeel. Las calderas de cobre de la cervecera Girardin, en Sint-Ulriks-Kapelle, anuncian la tierra de la Geuze y Bruegel: Pajottenland. En el siglo XVI, Pieter Bruegel recorrió este paisaje con su caballete bajo el brazo e inmortalizó sus iglesias, pueblos y molinos de agua. Los orgullosos habitantes de Pajottenland colocaron 19 reproducciones de los mejores cuadros de Bruegel en los lugares donde el artista encontró su inspiración. ¿Reconoces la pequeña iglesia de Santa Ana-Pede en la «Parábola de los ciegos» de 1568?
¡Una visita imprescindible!
El mundo en un palacio lleno de plantas
Después de quince minutos en bicicleta se llega al Jardín Botánico de Meise. Con sus 92 hectáreas y 18.000 especies diferentes, es el mayor jardín de plantas del mundo.
Tómate tu tiempo paseando de una zona climática a otra en el Palacio de las plantas. Descubrirás plantas del desierto, la sabana, la selva tropical y otros mundos más extraños. El interior del Invernadero del bosque nuboso y el Invernadero mediterráneo son la culminación de un nuevo trazado paisajístico. En el Invernadero del bosque nuboso, las cascadas brotan de las rocas, florecen las orquídeas y admirarás las plantas que crecen donde la selva tropical se convierte en un bosque nuboso en lo alto de las montañas. El Invernadero mediterráneo te regala una fragante riqueza vegetal en terrazas de piedra caliza amarilla que procede directamente de la región meridional francesa de la Borgoña.
Otra novedad es el Jardín de la isla, en el estanque del castillo de Bouchout. En un camino serpenteante de 400 metros de largo, justo por encima del nivel freático, se recorre un archipiélago de islas con una gran variedad de plantas y árboles acuáticos, ribereños y pantanosos de todo el mundo.
Y si esto todavía no te ha abrumado, te espera la extraordinaria historia del castillo. Leopoldo II compró este bonito lugar para su hermana Carlota. Fue coronada como emperatriz de México en 1864, pero tres años después su marido Maximiliano de Austria perdió la vida ante el pelotón de fusilamiento de los republicanos mexicanos. Carlota vivió en el castillo de Meise casi sesenta años más y enloqueció en silencio, hablando con un muñeco al que bautizó como Max.
www.plantentuinmeise.be